Danzarle a la vida

Os quiero hablar de mis raíces, de dónde vengo, ya que a dónde voy solo lo sabe el viento. Nací en una familia donde el flamenco y la música han marcado gran parte de mi vida. Me siento muy afortunada por ello, pasé mi infancia creando coreografías en el comedor de mi casa de Castelldefels, disfrazándome de gran artista frente al espejo, y por supuesto frente a mis padres y familiares. Bailaba todos los estilos, no había ninguno que no disfrutase, era incansable.

Toda una vida dedicada a la danza, es decir, al arte, al ritmo, al cuerpo y al alma. Me formé desde pequeña en Ballet Clásico, después aprendí Jazz y danzas Urbanas, y también salsa como baile de disfrute social; con esto ya ves que me ha gustado siempre aprender más y más. Miro atrás y solo puedo dar las gracias por todas las vivencias, todos los ensayos, las noches sin dormir, los escenarios de decenas de países, los aviones, las agujetas y las lesiones, a todo le doy las gracias, ya que me ha hecho ser quien soy hoy.

Mi transición a trabajar en el mundo holístico fue algo muy orgánico, ya que como buena sagitario siempre había estado muy conectada a la espiritualidad. Puedo decir que mi rendición absoluta fue cuando conocí el Ashtanga Yoga mientras vivía en Madrid, me enamoró su disciplina y entrega. Mi maestra desde entonces es Alexia Pita, a quien le estoy eternamente agradecida y a día de hoy somos grandes amigas. El Ashtanga es una práctica tan física que me permitía seguir aún más conectada con el cuerpo físico. Finalmente, mi gran punto de inflexión fue la pasión por la Meditación Vipassana; el primer año de mis sentadas en silencio después de mii primer Retiro en Kathmandú (Nepal), fue crucial para empezar a bajarme de los escenarios y subirme a la esterilla, progresivamente.

A día de hoy, me siento bailarina al igual que yogui, y abrazo y fusiono a ambas Lucías para seguir dando forma a mi comunidad y escuela Anicca Academy con profunda humildad y gratitud.